LA IMPORTANCIA DE LAS PEQUEÑAS RESPONSABILIDADES…
Estar atento a lo que nos rodea, a lo que nos toca, corresponde,
compete, es sin duda una manera de vivir en paz con nosotros mismos.
Lo diario, en general se caracteriza por una sucesión de hechos y
acciones que suelen ser muy simples, reiteradas y constantes.
Lo grande, lo extraordinario, lo imprevisto, es producto del
cuidado, del interés o desinterés que ponemos en esas pequeñas acciones.
Quien no recuerda haber visto a un custodio sentado frente a un
escritorio, ya sea de un banco, un edificio de departamentos, una oficina,
leyendo el diario como si nada pasara, cuando paradójicamente su función es
estar alerta por si “sucede algo”.
Más aún, si uno lo “inoportuna” preguntándole algo relativo al
funcionamiento del ente al cual custodia, suele sentirse molesto y nos responde
con un monosílabo que nada significa.
En otros casos, donde la garita es un elemento de protección para
el mismo, en especial bancos, no es raro verlos a través del vidrio, en
general blindado, atentos a la radio con la cual logran “matar el tiempo”.
Y así podríamos recorrer una larga lista de funciones de cuidado,
o custodia donde vemos como la desidia, el desinterés y en muchos casos la
complicidad de aquellos a los cuales debe cuidar, no es la excepción, sino la
regla.
Porque resulta que muchos se integran al personal de la
institución donde trabajan y pasan a ser “un compañero” más, y por lo tanto son
saludados en muchos casos muy afectivamente, como a aquel que “nos cuida”.
Es evidente que el “total no pasa nada” es el lema y por ende la
trampa de esa forma de actuar.
Harto conocido es el hecho de que con total impunidad se asaltan
negocios, galerías, barrios abiertos o cerrados, pese a contar con “personal de
custodia”, que en el mejor de los casos tratando de revalorizar el “modus
operandi” de los delincuentes, refieren que nada pudieron hacer, si es que hicieron
algo.
De ahí la cantidad de robos, de las cuales no se sabe sin son
víctimas de los ladrones o de la inoperancia de sus guardas de seguridad,
independientes de las sumas, en general considerables que se abonan a tales
servicios.
Pero no termina aquí la cosa, sino que se extiende a gran parte de
nuestras actividades de la vida diaria donde no sólo como prevención del
delito, sino simplemente como parte del trabajo de todos los días, se cometen
este tipo de abandono de la acción responsable.
Léase un llamado telefónico solicitando lo que fuere, y que el
empleado en cuestión, “olvidó registrar”, o el service de tal o cual aparato
que por desinterés no se cumplimentó con las consecuencias previsibles en
muchos de esos casos, ó como una tan simple de avisar al diariero que nos vamos
a ausentar por unos días, y al no hacerlo terminan acumulándose los diarios en
la puerta de nuestra casa, con el correspondiente aviso, aquí no hay nadie.
Pero hay algo más delicado aún, cual es las pequeñas responsabilidades
dentro del propio hogar, que por descuido son causa de accidentes, muchas veces
de carácter irreparable.
Entiéndase en especial, casas en las que hay chicos de corta
edad, donde enchufes, planchas, cocinas, cables en mal estado, piletas de
natación, están a su alcance sin que se hayan tomado las mínimas medidas
de seguridad, confiados en “yo lo cuido” y el consecuente, “increíble, me
distraje un segundo y mirá lo que pasó”.
Por ello lo mejor es no olvidar que las responsabilidades de nuestra
vida diaria, suelen parecer casi inocentes, fáciles de manejar y controlar,
hasta que la pérdida de bienes y muchas veces vidas, nos dejan el triste
recuerdo de que aquello tan sencillo no era, por eso mismo intrascendente.
Fernando Jijena Sánchez