lunes, 27 de febrero de 2012



Resultado de imagen para jorge frasca¿ UNA ESTANCIA RURAL VIRTUAL?...


Lo curioso de las vivencias y recuerdos de la infancia, es que se van formando de  manera totalmente sencilla y natural. El niño que aún llevamos  adentro, no hace comparaciones ni preguntas, las cosas son como las ve o se las muestra.
Mi padre, fundador y primer director del Museo José Hernández de la Ciudad de Buenos Aires, cada tanto nos llevaba a visitarlo, en especial para los desfiles militares del 9 de julio, que lo veíamos con un gran privilegio, desde uno de los ventanales que dan sobre la avenida del Libertador.
Quizás allí descubrí el mundo gauchesco, porque había varias maquetas sobre pulperías, estancias, palenques, etc., al menos es lo que recuerdo, y mostraban ese mundo en pequeño.
José Hernández y su Martín Fierro entraron en mi vida, antes de saber leer.
Otro recuerdo que me viene una y otra vez es, el de Justo P. Saenz (h), autor de un libro: “Equitación gaucha, en la Pampa y Mesopotamia”, entre otros, que era muy amigo de mi padre, con un vozarrón muy característico, que le gustaba tocar la guitarra y cantar temas folclóricos.
Su aspecto de hombre de campo, forjó en mi la imagen de un gaucho, que me acompañó siempre.
Otra experiencia, dado que mi vida de campo ha sido mínima, fue cuando una familia amiga, los Boggio de San Isidro, nos llevaban a una estancia en Zelaya, donde había una entrada llena de casuarinas.
Siendo hijo de un estudioso del folclore americano, las bibliotecas tenían una gran cantidad de temas, donde lo campestre y gauchesco era relevante.
Así fue, fantaseando un poco y recordando otro tanto, como surgió en mi interior una curiosidad e identificación con lo gauchesco que se fue incrementando con el tiempo.
Hombre de ciudad y con espíritu campestre, cuando quería “viajar” al campo, me leía un capítulo de Don Segundo Sombra como viaje de ida y otro de vuelta, debiendo reconocer el privilegio de tener una de las primeras ediciones del año 1928.
En otra oportunidad, en el diario La Nación salió publicado un artículo escrito por Víctor H. Martínez, ex vicepresidente de la Nación, titulado “Elogio del gaucho”;
En dicho artículo, en homenaje a Juan José Güiraldes, refiere que su nieto llamado Bautista, que galopaba desde los cuatro años, tenía en su cuarto su “rincón gaucho”, donde aparte de su Martín Fierro, tenía su facón, mate, montura, etc.
Hice propia la idea y armé el mío. En mi escritorio, sobre una biblioteca puse un molino, réplica exacta de lo que hay en la realidad, un caballo de arcilla con su montura, escultura excelente que conseguí en una casa que vendía souvenires campestres, que con el tiempo le puse el nombre de “Fausto”. También hay una tranquera hecha por un maquetista de Llavallol, que tiene hasta un hornero en uno de sus postes y en la parte superior un cartel con el nombre de la estancia:”San Ignacio de Loyola”.
Del techo cuelga un farol a querosene , de fondo un cuadro de Jorge Frasca con un tema campestre.
Y así se fue constituyendo mi estancia, acompañada de la lectura de libros, pinturas, música y videos.
Teniendo mi casa de Adrogué, en el centro de manzana y rodeada de árboles y pájaros, con sentarme un rato con la vista puesta sobre mi entorno, vivo y disfruto de lo que un día me di cuenta que tenía, una estancia virtual.


Y terminé  llevando el gaucho en el alma...

Fernando Jijena Sánchez