Carta al Príncipe de Albanta
Don
Agustín Elías Jijena Sánchez
Príncipe de
Albanta
Mi
Señor:
Nuevamente fui al Banco Galicia, sucursal Adrogué, (Ud. en Barcelona) a fin de solicitar el
libre deuda que me encargara.
Un
poco reticentes, aclaro que fui sólo vistiendo ropa de calle, pero cuando
hablé de España, de que era el padre del Príncipe de Albanta poeta, la
conversación se fue distendiendo de a poco.
La
empleada, con aspecto de poca lectura, se fue interesando cada vez más de su
mundo y poniendo menos interés en su actividad específica, a tal punto que me
hizo preguntas y más preguntas sobre su persona, sus actividades y en
especial su mundo de poeta.
Ni
tonto ni perezoso, la fui entusiasmando de a poco, a tal nivel que me
manifestó que su vocación era la literatura y que en el banco se hablaba de
cualquier cosa menos de ello.
Cosa
curiosa, como yo llevaba conmigo uno de sus libros de poemas, se lo presté, y
como tocada por una varita mágica comenzó a leer en voz alta y cada vez más
alta.
Entre
poema y poema, se me ocurrió, vaya ocurrencia, la idea de traer al banco el
mundo de la poesía.
¿Y
si con el resumen de cuenta se les hace llegar a los clientes un poema del Príncipe?
¿No
sería mala idea, en vez de tanto cartelito anunciando créditos, la felicidad
de tener un auto nuevo, anunciar que el Galicia era el nuevo banco de
Al
principio se tentó de la risa, pero en ese momento se incorporó quien resultó
ser
Al
rato se puso ella misma a leer sus poesías
El
público, que colmaba en ese momento el banco, comenzó a interiorizarse de tan
original actividad.
De
a poco se fue transformando en un recital, si mi Señor, un recital en un
banco,¿ fantástico, no?
De
repente recordé haber visto unos cuantos ejemplares, mas que cuantos
unos muchos, que rápido fui a retirar de mi casa y llevé al banco.
Cuando
volví todo era alegría, la gerente parada sobre una silla leyendo poesía,
la gente feliz de la novedad, los afiches típicos del banco habían sido dados
vuelta, y habían escrito leyendas, vaya uno a saber quien, que rezaban:
"VIVA
EL PRÍNCIPE DE ALBANTA", "BANCO DE
Ante
semejante oportunidad, comencé a repartir libros suyos a cuanta persona
se me acercaba, todos agradecidos, nadie quería hacer ninguna actividad
bancaria, es como si hubieran descubierto un mundo nuevo.
Cada
vez que se terminaba de leer un poema los aplausos, que se podían escuchar
desde la calle, hicieron que mas gente se incorporaba a lo que ya era un
Festival de
Pero
de repente, escucho una voz que dice: Jijena, Jijena.
Presuroso
respondí al llamado y la empleada me manifestó un poco secamente: -En diez días
a partir del cierre de la cuenta puede solicitar el libre deuda-.
En
ese momento, fue como que me hubieran cortado la inspiración, le dí las
gracias y cuando giré la cabeza para seguir disfrutando del momento, todos se
habían callado, hacían cola nuevamente, los carteles ya no estaban.
No
lo podía creer, como la vez que fui con el Regimiento, recuerda y de repente
no estaban más.
Sobre
una mesa estaban todos sus libros, los mismos que había traído.
No
sabía como hacer para llevar tantos al mismo tiempo, miré hacia mi alrededor
si a alguien lo podría interesar, pero nada, miradas frías, indiferentes,
viendo el papel que hacía con un enorme pila de libros que en cualquier
momento terminaría en el piso.
Me
volví en silencio, casi triste, todo había pasado. ¿Un sueño? ¿Una alucinación?
Caminando
me volví a mi casa, iba pensativo hasta que de repente comprendí lo que me
había sucedido.
Es
que pensando en Ud. mi señor, en su mundo de poesía, tan opuesto al del lugar
donde me encontraba, que cual epifanía, sentí que había descubierto yo ,
padre de poeta, el mundo de la poesía, que me había hecho vibrar de emoción y
sentirlo en ese momento, más hijo, más poeta y más conocedor de la vida.
Su
seguro servidor
Don
Sancho (Fernando Jijena Sánchez)
Tierras
de Adrogué
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martes, 5 de marzo de 2013
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