Había chocado un tren y una mujer queda con el brazo
atrapado entre dos vagones. Imposible el rescate por la rigidez del metal que
conformaba el tren.
Una sola alternativa, amputar el brazo, ahí en medio de la
vía y del dolor.
No recuerdo porque estaba presente, vinieron los médicos y
luego de atenderla la llevaron al hospital para que se repusiera de su
“intervención quirúrgica”.
Un amigo que era bombero, me comentó que importante sería
tener un médico bombero.
Así de sencilla fue mi incorporación a los Bomberos
Voluntarios de Almirante Brown. Corría el año 1975.
Me fui integrando de a poco, hasta que descubrí una frase
escrita en un monumento a los bomberos: “Nada los obliga, sólo el dolor de los
demás”.
Quince años presté servicios, y algunas veces compartí algún
desfile vestido de oficial de bomberos.
Anécdotas, muchas e inolvidables, cuidando a mis compañeros
y ayudando a las víctimas.
No hace mucho, una mujer me encontró en la calle y me
agradeció haber salvado a sus hijos en un incendio.
Pero hay algo que me llama la atención y me emociona, como
estar caminando por Adrogué, y que se me acerque un hombre, muchacho y me dé un
abrazo. No siempre lo recuerdo pero por el
gesto reconozco, es un bombero…