lunes, 2 de noviembre de 2009


TOLERANCIA CERO, la única salida

Es común escuchar que no hay seguridad, que todo cambió para peor, que esto no da para más.
Y es cierto, desde el crecimiento del delito, el planteo es correcto.
La pregunta es ¿Quién hace al delincuente? O ¿Es un grupo humano como cualquier otro, cuya característica principal es el vivir de la violencia, en la violencia y a costa de los demás? ¿Surge por generación espontánea?
Y esta es válida en la medida en que tengamos en mente, que en esta espiral de delincuencia, cada día mayor, en su origen no sólo están los que roban, matan, secuestran, sino la sociedad toda, con sus modos, valores, conductas, transgresiones, excusas, etc.
No se trata de imputabilidad o no de los menores, sino simplemente de responsabilidades de cada uno según su edad, actividad, rol en la sociedad.
En una palabra, el concepto que tenemos del otro, marca en gran parte nuestra conducta en sociedad.
Y en un país donde en principio se mira al desconocido con reservas, desconfianza, subestima y no pocas veces, desprecio, llámese por color de piel, estudio, aspecto, actividades etc., hace que en ello radique el origen del problema
Si no lo respeto por ser otro, mis consideraciones hacia él carecen de valores, y una vez perdidos estos, al delito hay tan sólo un paso.
Los que económicamente están bien, no necesitan ir a robar, pero su falta de deferencia hacia sus conciudadanos, los puede tentar en caer en la corrupción, que es el desenfreno de los que tienen, a diferencia del robo o el crimen que, salvo en los casos de venganza, son patrimonio de los llamados “desposeídos”.
¿Si tolero el mal menor, donde está el límite del mayor?
Es por ello que el concepto “Tolerancia cero”, puesto en marcha en la ciudad de Nueva York en época del alcalde Giuliani , partió de esa premisa, algo así como no permitir que se rompa el primer vidrio, para que no se siga rompiendo el resto.
Tan sencillo como eficaz, pero también llega a la ciudadanía toda, llámese desde la transgresión, como el uso del celular mientras se maneja, el no permitir el paso al peatón en las esquinas, el estar dispuesto al “arreglo” en beneficio propio y en desmedro del resto. El mensaje es: “Ser fieles custodios de la ley y celosos de su cumplimiento”.
Una sociedad que tiene consideración y respeto por sus ciudadanos, siempre va a tener quien vulnere sus leyes, pero es una ínfima minoría, a diferencia de aquella otra, llámese la nuestra, donde de una manera u otra, nos sentimos exceptuados del cumplimiento de la ley, olvidando que detrás de nosotros, están los demás, padres , hijos, amigos, la sociedad toda.

Fernando Jijena Sánchez