lunes, 7 de marzo de 2011

EL MAR DE CADA DÍA...



 HMS Victory, Nelson, Portsmouth, Inglaterra




Si bien la tierra ocupa tan sólo el treinta por ciento del planeta, el mar ha sido y sigue siendo un lugar fundamental de comunicación entre los distintos continentes
La vida en tierra firme como se le llama, en comparación a la de mar, es en su mayor parte más distendida; uno elige con quien y donde quiere estar, vivir, desplazarse. Esto no quita que con menos frecuencia y a veces con más sorpresa, se vuelva inestable, inesperada, y es ahí donde uno se acuerda del mar, de sus tormentas, de sus temporales, de la fuerza del viento, de la incertidumbre que genera la navegación.
Veamos algunos ejemplos que nos ayuden a comprender un poco la idea.
El hombre que vive en tierra, tiene sus propósitos, sus metas, sus objetivos, pues bien, el de mar también, pero necesita ser concreto en el día a día, saber siempre hacia donde se dirige, como manejarse durante la navegación , dividirla en etapas llamadas singladuras, evaluar constantemente su derrotero y tener siempre presente lo que se llama puerto de recalada.
Algo tan simple como el viento, como la expresión de un imponderable, que sucede en el aquí y el ahora, con sus distintas variantes: calmo, fresco, tempestuoso, borrascoso, por nombrar algunos de sus momentos, es uno de los elementos más importantes para el navegante.
Por ello, la frase,”cambió el viento”, es tan clara y significativa en ambos lados.
En medio de un temporal, sentir el movimiento del barco, sus ruidos, el crujido de su mástiles cuando los tiene, la invasión del agua, en una lucha desenfrenada entre el navegante y la naturaleza, es una vivencia que sólo quien la ha vivido puede comprender, y de la cual puedo dar fé.
De antiguo se decía que el que navega aprende a rezar, porque así de fuerte es la vivencia de los temporales, la imponencia del océano, la visión que se tiene de las estrellas, que hace que el hombre mire hacia el cielo pidiendo protección a Dios.
Por otro lado sabemos que es muy numerosa la cantidad de refranes relacionados con el mar, de uso tanto por marinos o no.
Ejemplos: “Viento en popa”; “a los remos marinero”; “de la mujer, el fuego y la mar, no te fiar”, dice un antiguo refrán. “Gran tormenta, mucho espanta, pero pronto pasa”; “la mujer y el viento, cambian en un momento”; “Navegar contra el viento, es perder el tiempo”; “viento, mujer y fortuna, mudables como la luna”, y así miles más.
Otro elemento a tener en cuenta es cierto parangón entre la vida del hombre de campo y la del marino.
Ambos, en especial el habitante de la pampa, conviven con la inmensidad del campo y el otro del mar.
Así mismo el desarrollo del día desde el alba hasta el anochecer, genera en ambos cierto sentido melancólico de la vida, que es al mismo tiempo un poco su manera de ser.
Véase esta oración marinera del siglo XVI: “Bendita sea la luz y la Santa Veracruz, y el Señor de la Verdad, y la Santísima Trinidad; bendita sea el alba, y el señor que nos la manda; bendito sea el día y el señor que nos lo envía”
En el barco se nota más la interrelación entre todos, necesaria, imprescindible, fenómeno que pone de inmediato en evidencia la relación entre las personas con sus elementos positivos y negativos.
La orden ¡Maniobra general! Dada por el comandante de una fragata antigua, marcaba el inicio de una movilización total, el barco se preparaba para la lucha, cada uno en su puesto realizaba la función que tenía asignada.
Otro elemento muy importante en la vida marinera, es la niebla, uno de los obstáculos más difíciles de superar que llega hasta el presente.
Niebla e incertidumbre van parejas, y como era de esperar en la náutica es un asunto clave por los riesgos que implica de colisionar.
El Dr. Luis Chiozza, psicoanalista, escribió lo que a su entender sería el decálogo del marino.
Dice lo siguiente:
1) Es necesario aligerar la carga para realizar un buen camino.
2) Hay que estimar la derrota y volver a trazar el rumbo cada día.
3) Cuando se debe cambiar el rumbo, cada oportunidad es la última.
4) Es necesario renunciar rápidamente a lo que ya se ha perdido.
5) No hay que olvidar la luz del sol en la oscuridad de la tormenta, ni olvidar el temporal cuando el mar está en calma.
6) Cuando la mar es muy dura, el objetivo es flotar. Pero es necesario conservar la estropada para gobernar el timón.
7) El puerto de destino es una conjetura.
8) El canto de las sirenas debe escucharse atado.
9 En la nave se afirma la rémora. Luego de haber aparejado es necesario zarpar.
10) Navegar es necesario, vivir no.
En fin, dos maneras de vivir en circunstancias diferentes, que se complementan e interrelacionan entre si, conformando algo tan sencillo como el trajinar de todos los días.
Fernando J.I. Jijena Sánchez


Aviso ARA.ZAPIOLA, a bordo del cual el que escribió este artículo vivió la experiencia de un grave temporal navegando hacia la Antártida en  diciembre de 1970.
El 13 enero de 1976, dicho barco naufragó en Atlántico sur.