sábado, 17 de septiembre de 2016

INSEGURIDAD

Sr. Director
Diario La Nación


No hay radio, diario o canal de televisión que no hable del tema.
Marchas, quejas de todo tipo, “justicia por mano propia”, denuncias  y más denuncias, pero el problema no se soluciona.
Y mañana leeremos que en tal lugar, a veces en la cuadra donde vivimos, “entraron” e hicieron un desastre.
Advertencias, cuidados, sirenas en las cuadras,  control por medio de celulares, patrulleros que van y vienen, sin que se entienda que directivas tienen, policías de azul, de celeste, caminando o parados en la esquina, y todo sigue igual.
Es que en un país donde se ha perdido el respeto por el otro, la violencia es aunque no se crea cuestión de tiempo, cualquiera sea la forma.
Donde el buen día, perdón, gracias dejó de existir prácticamente,  todo lo demás viene solo.
Y el respeto no surge sólo en la vida de nadie, sino que es el resultado de la educación, tanto en la familia como en la escuela.
No sólo los asaltos a manos armada son violencia, sinó aunque en menor grado, ¿ cómo se entiende que una compañía aérea, una de transportes terrestre, o simplemente un gremio docente hacen una huelga, sin aviso previo, castigando sin pena ni gloria al público que depende y necesita de ese medio o niños que se quedan sin clases?
¿Cómo se entiende que haya canales de TV que lo único que hacen es burlarse y desacreditar al gobierno de turno democrático demostrando su pobreza moral e intelectual ?
Ni que hablar al querer cruzar en una esquina, sorteando autos que pasan sin detenerse, ó  el que conduce hablando por el celular, no matan  al menos intencionalmente, pero el otro no existe .
Subir a la cima de la montaña requiere siempre de un primer paso en la base.
Aquí no es tan diferente, no podemos encarar lo que sucede  arriba sinó nos dice nada lo que pasa abajo.
Solamente recuperando el respeto de los unos para con los otros, no solucionará el tema de la violencia, pero sí será un primer paso, el único e indiscutible,  para volver a ser un país como lo fué en otros tiempos.
Fernando Jijena Sánchez