jueves, 13 de agosto de 2009

Y EL SALUDO?..

Cada tanto, léase meses si se quiere, me cruzo en la calle con un señor con un apellido que suena a egipcio, que tiene un camión con el cual se dedica a llevar tierra de un lado a otro.
Una vez se llevó de mi casa, la que había sobrado al hacer una pileta de natación; hasta aquí nada que llame la atención, pero lo que sí es poco común, es que después de treinta años, cada vez que nos cruzamos me saluda con mucha cordialidad.
Otro caso es Pablo, lo atendí en el hospital por un tema sin mayor trascendencia, una sola vez, era un niño, hoy es un hombre, siempre que lo veo en la calle, me saluda con deferencia.
Claro hasta aquí algo tan sencillo como cotidiano, si al “buenos días” nos referimos, pero parece que para algunos no lo es tanto.
Es evidente que hay gente que antes de saludar, al parecer hacen una serie de evaluaciones como sin en ello se les fuera algo muy importante, se comprometieran
en especial, o vaya uno a saber.
El hecho es que pese a haber compartido reuniones sociales, colegio de los hijos, parroquias, se quedan mirando sin saber que hacer, menos saludar.
Es como si se les “moviera la estantería”, y siguen de paso como si nunca hubiéramos existido para ellos.
Y eso los pone en situaciones incómodas, como si cada uno tiene un puntaje y según él, corresponde un saludo efusivo, un abrazo, un apretón de manos, un simple buen día, o nada.
Pero lo mas curioso es esa inseguridad que les genera, al vivir en un constante revalúo de las personas, donde la opción de no saludar, es la mejor prueba de su temor, desconfianza, o sencillamente, la necesidad de mantener una distancia del otro.
Pero mirándolo con mas detenimiento, el tema es más delicado aún, dado que habla de la pérdida del sentido de pertenencia, que cada vez es mas conflictivo, pues vivimos en una sociedad que se ha ido transformando en algo cada vez más difícil de definir, donde pareciera que la identidad, no es lo de antes, la familia, los amigos, el barrio, la escuela, la parroquia, la ciudad, el país.
Cada día son mas lo que “sueñan” con ser distintos, sin tener claro quienes son, vivir a costa de la diferenciación con el resto, antes vecino, compañero, parroquiano.
De un pueblo, provincia, país, Patria, hemos hecho un archipiélago, más doloroso aún, un espejo roto en el cual nos vemos reflejados en muchas personas iguales, sin lograr elegir cual somos, olvidando que somos lo que somos, en relación a los demás conciudadanos.

Fernando Jijena Sánchez