jueves, 23 de julio de 2009

PAPÁ, ¿CÓMO ESTÁS?

Pregunta simple, de todos los días, forma parte del saludo de un hijo hacia su padre, no suele llamar la atención para quien la escucha, y quien la pronuncia lo hace con total naturalidad; Sin embargo requiere de un proceso de maduración por parte de los hijos que suele llevar muchos años, vencer resistencias, plantearse una y mil preguntas, o tal vez no animarse a ello, hasta que un día se dice por primera vez, marcando con ello un cambio de página en la historia familiar, y en especial en la relación de los hijos con sus padres, que para el caso da lo mismo sea la mamá o el papá.
Es que si Ud. tiene un hijo, hija, menor de quince años está pregunta puede ser que no le diga nada. Claro está preocupado por otras cosas, si es muy pequeño, meses, estará a atento a si lo reconoce, si su sonrisa está dirigida hacia Ud. o es simplemente una expresión de saciedad que Ud. interpreta como de cariño y/o reconocimiento, luego lo ve que aprende a caminar, su primer día de jardín de infantes, el colegio, sus actuaciones en los actos escolares, de patito, arbolito, prócer, verlo competir en un deporte, festejar su cumpleaños hasta los quince aproximadamente.
Una vez iniciado el proceso de su adolescencia, las cosas cambian, comienzan a salir de noche, aparecen los cuestionamientos dentro del ámbito familiar, los amigos que de alguna manera reemplazan a la familia hasta entonces, principal referente en su vida.
Y ahí comienzan sus primeras inquietudes, de si es responsable, si estudia, si se va en muchas materias, si “se enamoró”, es prolijo, cuida sus pertenencias, si reclama más de lo esperado, si exige que le compren tal o cual vestimenta, etc.
Si su situación económica no es brillante, es probable que se pregunte hasta donde debe acceder a sus demandas de salidas, “independencia”, por cierto a costa de su esfuerzo personal.
Al llegar a los treinta es probable que aún siga viviendo con Ud. , y si partió, es muy factible que no esté muy atento a su vida personal, que lo llame muy de vez en cuando, que le conteste con un “ no es mi problema”, “yo tengo lo mío”, “vos estás confundido” , “no me entendés para nada”, y así sucesivamente.
Y el papá, ¿ Cómo estás ?... como decía al principio tarda mucho en llegar, para algunos padres demasiado.
Es que marca el principio de la vida adulta, si es que han devenido en tales, y en ello tenemos como padres nuestra parte, porque para llegar a ello, previamente hay que haberlos formado y ayudado a crecer,
a valorar su independencia de pensamiento y de actuación en la vida, de autonomía no sólo económica, sino emocional y de su voluntad, con un proyecto, un mirar hacia delante, un buscar “un lugar en el mundo”, en uno que se ha hecho tan difícil, inestable e impredecible.
Transformados en ciudadanos, “hechos ya hombres o mujeres”, es recién allí cuando un día se animan a mirar a sus padres, ya no desde la dependencia, el cuidado o sostén, sino como a iguales en la lucha por la vida, con sus ilusiones, proyectos, logros y fracasos.
Los más, ya en el rol de nuevos padres, que se animan de a poco a ver en los suyos, el reconocimiento del cariño, del apoyo y los valores inculcados, así como la distancia y las marcas que indefectiblemente da el paso de los años, para que un buen día se animen a decir con todo lo que ello significa: Hola papá, hola mamá ¿ Cómo están?...

Fernando Jijena Sánchez