jueves, 23 de julio de 2009

VIOLENCIA Y SIEMPRE MAS VIOLENCIA

Absortos, al límite del agotamiento moral y emocional, incrédulos frente a un presente que nos muestra un perfil siniestro como nunca, los argentinos no salimos del asombro.
Convencidos que “nos pasan” cosas, eternas víctimas del devenir, no sólo vivimos aterrorizados, sino que en nuestro afán de encontrar a quien enrostrarle nuestros males, comenzamos de a poco a interrogarnos si no hay alguna responsabilidad nuestra en todo esto.
¿ Habremos llegado al límite de la ingenuidad, cargada muchas veces de hipocresía, para comenzar a replantear lo que como sociedad nos acontece, en lo referente a la violencia e inseguridad ?
Frente a una delincuencia basada en la ambición desmedida, el desprecio absoluto y total por el otro, alimentada con el resentimiento, confiada en la impunidad, se va creando un clima de impotencia, confusión y temor, que de por sí, aumenta este círculo vicioso del cual pareciera que no hay salida.
Estamos algo así como en una ciudad después de un bombardeo, de una inundación, donde se ha perdido todo o casi todo, así como sólo entre todos podemos ayudar a reconstruirla.
Es que si no tomamos conciencia de que detrás de toda esta “delincuencia organizada”, hay complicidad de determinadas autoridades, de lo contrario sería imposible que creciera y se mantuviera al nivel que ha llegado, así como de gran parte de los damnificados, que con el criterio de que aún robados, violados o secuestrados , seguimos pensando en lo que más nos conviene, no efectuando la correspondiente denuncia, o negando lo sucedido, sin dejar de reconocer el importante papel que juegan jueces, fiscales, legisladores, etc. es prácticamente imposible encontrarle solución.
Solo con un cambio de actitud, comprendiendo que lo que le pasa a la sociedad en general, me afecta a mi en lo personal, será posible salir de este atolladero.
Mientras sigamos actuando como individuos, creyendo que el “sálvese quien pueda”, como el prototipo de nuestra “viveza criolla ”, es nuestra mejor solución, seremos un pueblo sin historia ni destino.
Antes venían por los demás, hoy no sólo por lo nuestro, sino por nosotros mismos, léase amputación de un dedo, o más, para que el dominio y el temor sean mayores.
Por ello es tan necesaria la reflexión, en cada hogar, en la oficina, en cada encuentro, para aunar criterios y esfuerzos que nos permitan superar tan difícil trance.
De nosotros, de todos nosotros, hoy más que nunca depende nuestro futuro.

Fernando Jijena Sánchez